El sufrimiento de Marta
Marta
es una mujer de 32 años, conoció a Pedro, su marido hace 4 años;
el tenia 34 años, era un hombre apuesto, dulce y muy caballeroso.
Se enamoraron casi al momento de conocerse y al año siguiente se
casaron.
Marta
se quedo embarazada muy pronto, habían decidido tener los hijos
mientras fueran jóvenes. Después de nacer el niño, Pedro empezó
a cambiar.
Sus
tratos con Marta eran cada vez más exigentes: que estuviese todo en
orden, la comida tenía que estar siempre a su gusto, no le gustaba
que Marta se arreglase mucho, y se enfurecía cuando ella salía o
pretendía salir con sus amigas.
Una
noche Pedro llego a casa más tarde de lo habitual, la cena se había
enfriado, empezó a reprochárselo a Marta, discutieron y termino
dándole un bofetón. ESA FUE LA PRIMERA VEZ.
Al
día siguiente, Pedro se presentó en casa con un enorme ramo de
flores y le pidió perdón, le prometió que no volvería a suceder
nunca más y Marta le perdonó. Durante unos días Pedro volvió a ser
el mismo hombre dulce y cariñoso que había sido antes, el hombre
del cual Marta se enamoro, y se volvió a sentir feliz y contenta.
Maltrato. Paula Sifora |
Al
poco tiempo, Marta recibió su primera paliza, había salido con sus
amigas, a tomarse un café, y había dejado el niño con su madre,
cuando regresó a casa, encontró a Pedro bebiendo y hecho una furia,
comenzó a gritarle, insultarle y a GOLPEARLA con todas sus fuerzas,
le pegó tanto que Marta cayó al suelo y no podía moverse, sólo
intentar protegerse con sus manos la cara, perdió el sentido y allí
tirada en el suelo Pedro la dejó y se fue de casa.
Al
día siguiente Marta, que apenas podía moverse, llena de
magulladuras y con la cara morada por los golpes. Se sintió más
sola que nunca, no sabía que hacer ni que pensar, que es lo que
había hecho ella mal, que es lo que le estaba pasando a Pedro, y decidió
que había sido culpa de ella, no estaba en casa cuando su marido
llegó y eso no estaba bien, tendría que estar siempre en casa.
Cuando
él volvió a casa, le volvió a pedir perdón le dijo que la quería,
pero que a veces ella se comportaba de una forma inadecuada, y eso lo
enfadaba. Marta le pidió perdón por su comportamiento prometiéndole
que no volvería a suceder.
Eso
fue el final de La felicidad de Marta, el final de su libertad como
persona.
Cada
vez el control de Pedro con ella era mayor, dejó de ver a sus amigas,
dejó de relacionarse con su familia, su casa se convirtió en su
propia prisión, y su marido en su torturador físico y emocional.
Un
día Marta, preparando la comida se dio cuenta que no le quedaba
café, fue tal su nerviosismo, que se decidió a pedirlo a la vecina;
Ana era una señora más mayor que Marta, vivía sola, pero Ana casi
nunca estaba en casa, pues trabajaba, y no se conocían mucho,
la noche anterior Pedro le había pegado un puñetazo en la cara y
tenía el ojo casi cerrado, pero Marta no se acordó de eso, hasta
que Ana le pregunto que le había pasado, para salir del paso , le
dijo que se había caído en el baño, y se golpeo con el lavabo.
Pero lo que Marta no sabía, era que Ana también había tenido
malos tratos de su
marido, y se dio cuenta del problema enseguida.
Ana
le dijo que sabia como se sentía, que había pasado por lo mismo,
que sabía que tenía miedo, y que se diera cuenta que no era su
culpa, que no estaba sola, y que tenía que contárselo a su familia,
en ese momento, Marta rompió a llorar y le contó
todo, como era su marido antes y como se volvió, le relato sus
palizas y sus insultos, la vida que llevaba, con el terror de saber
con que humor llegaría él a casa, con el miedo a pronunciar una
sola palabra, para que él no se enfadara, y vivir ocultando los
moratones y la verdad a todo el mundo.
Ana
la convenció para que denunciase a Pedro y para que fuese a una
institución donde ayudan a las mujeres maltratadas, mujeres que son
víctimas de violencia de género.
Cuando
escucho esas palabras por primera vez, pensó que como no se había
dado cuenta de su situación, del abuso personal y emocional, el
maltrato físico, como lo permitió.
No
fue fácil enfrentar la situación, el explicarles a sus padres, el
contarlo a sus amigas, fueron muchas lagrimas, y muchos reproches,
porque ella no lo sabía, pero todos la hubieran ayudado, y todos
estuvieron con ella, ellos también se sentían mal, como no se
dieron cuenta, como no vieron la situación por la que estaba pasando
Marta.
Después
de muchos meses Marta volvió a sonreír, se curaron las heridas del
cuerpo y del corazón, volvió a disfrutar de la vida, con su hijo,
su familia y sus amistades, las viejas y las nuevas, pues ahora tenía
muchas amigas que habían pasado por lo mismo que ella y hasta peor.
Ahora
Marta es voluntaria en el mismo centro de acogida, donde le ayudaron
a ella, y se dedica a ir por los institutos para dar charlas a los
jóvenes, sobre las consecuencias tan graves que tiene el machismo,
la intolerancia y la falta de respeto hacia la otra persona.
Le
habla a las chicas y a los chicos…… por que el maltrato puede ser
al contrario también.
La verdad es que es una historia muy real, buen trabajo Francisco!
ResponderEliminarA mí también me ha encantado. You are a fantastic writer!.
ResponderEliminarEnhorabuena Fran, por el relato y por demostrar rechazo a la violencia de género
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