El día de la niña y la mujer en la ciencia.
No hay mayor homenaje que este que se hace a continuación
para celebrar el día de la niña y la mujer en la ciencia. Escrito por Fátima
Fernández, profesora de Biología y Geología del IES Sierra de Montánchez,
Miguel Salazar, profesor de Biología y Geología del IES y Raquel Mateos, alumna
del mismo IES de 2º de Bachillerato.
En palabras de Fátima, “como cada año, nuestro centro ha participado en la Olimpiada de Biología, este año ya la XVIII edición. Esta olimpiada es un certamen de promoción y popularización de la Biología, donde se pretende reflejar la importancia que tiene esta disciplina en la sociedad actual.” Una prueba anual, en la que los profesores “solo pretenden acercarles a la siguiente etapa que está por venir, así que los anima, los mima e intenta que disfruten del día tanto como siempre lo hago yo...la prueba siempre es lo de menos y la experiencia lo de MÁS”. Sin embargo, este año Fátima “iba algo abrumada porque entre nuestras representantes había muchas expectativas puestas, nunca antes habíamos preparado la prueba más allá de una simple orientación ya que 2o de bachillerato es un curso exigente y no me gusta sobrecargar a los chicos con más de lo preciso, que ya es bastante...pero me equivocaba... y alguien se lo tomó muy en serio, como todo lo que enfrenta.”
Raquel, por otro lado, recuerda que “los días previos a la olimpiada, yo había estado
repasando algunos conceptos de 1º Bachillerato, ya que la prueba era sobre los
dos cursos. No pude profundizar todo lo que me hubiera gustado, ya que tenía
que compaginarlo con mi curso actual y todos los exámenes de este último año de
instituto.”
Llega el día, “en la facultad de ciencias, día helador, foto
de rigor y dejo a las alumnas dispuestas para comenzar la primera parte de la prueba.
Tras la comida anuncian los 20 mejores que pasan a la temida parte práctica,
Raquel es una de los 20”, recuerda Fátima emocionada.
Raquel vivió esta parte de la siguiente manera: “Tengo que decir que las primeras
preguntas fueron asequibles, pero según iba avanzando el test la cosa se iba
complicando, ya que empezaba el contenido del año pasado, que yo no tenía tan
bien asentado como los conceptos de este año. La prueba fue difícil, pero poco
a poco fue deduciendo las respuestas que me sonaban por lo que había revisado
los días previos, y conseguí sacarlo a tiempo. Al final había dos problemas
genética, pero al haber estado repasando ese tema con mi profesora en clase, me
salió bastante bien. Compartimos impresiones con otros compañeros, y me
enorgulleció saber que la mayor parte de los alumnos éramos chicas,
reivindicando el papel de la mujer en la ciencia. Es más, a la fase nacional
hemos pasado 3 chicas, e investigando un poquito me he dado cuenta de que el
año pasado ocurrió igual.”
Después de
esta prueba teórica, pasaban a la parte práctica, Raquel estaba muy emocionada al
saber que había pasado a la segunda fase, la cual “estaba compuesta de 5
prácticas, que a mi parecer fueron muy complicadas, ya que el nivel era
superior al de todos los institutos. La primera prueba era de histología y
citología, donde teníamos que identificar al microscopio dos muestras de
tejidos, una animal y otra vegetal. Después pasamos a la prueba que a mí me
pareció más difícil, el visu. Teníamos que identificar una serie de muestras de
plantas, fósiles...
Dos horas
más tarde, después de un descanso de 30 minutos en el que pudimos conocer a
futuros biólogos e intercambiar opiniones con ellos, hicimos la parte que a mí
me gustó más. Fuimos al segundo laboratorio y tuvimos que extraer los
cloroplastos de las espinacas para ver la radiación que emitían en un
espectrofotómetro. En mi opinión, nos faltó tiempo para terminar esta prueba,
ya que la empezamos muy tarde debido a que el grupo anterior se excedió con el
tiempo, por lo que no la pude disfrutar todo lo que me hubiera gustado”,
recuerda con algo de frustración.
Fátima, que por otro lado esperaba con nervios e ilusión a Raquel, descubre la dureza de la prueba “en la cara de nuestra alumna, se ha visto en una situación desconocida y está confundida, hay que darle tiempo, después de unos minutos vuelve a tomar el mando de sus emociones y comienza a describir lo que ha ocurrido, nos explica cómo ha ido, ¡¡qué difícil!! Eran las palabras más repetidas...y lo era, vaya si lo era…”
Raquel recuerda que se “sentía frustrada y decepcionada, porque sabía que no
estaba lo suficientemente preparada para las pruebas prácticas, y no
había dado lo mejor de mí, porque me faltaban conocimientos, pero algunos días
después, mirándolo con perspectiva y hablando con mis profesores, me di cuenta
de que sabía más cosas de las que creía, y al final fue así: conseguí el primer
puesto, aunque yo tuviera poca fe en mí.”
Pero, como Fátima recalca, “Independientemente del resultado, yo siempre me vengo con una dulce sensación, hemos compartido mucho en tan sólo un día, me gusta pensar que, en este caso, ellas también lo han sentido así. Es maravilloso la sensación de llevarlas de la mano, un privilegio que sólo nos está permitido a los profesionales de la educación, amén de sus progenitores...y si encima recogemos medallas pues mejor que mejor!!! ¡¡¡¡Enhorabuena a mis dos chicas valientes!!!!”
Y hablando de recoger medallas, como bien les recalca Fátima a sus chicas y chicos de 2º de Bachillerato, las medallas se recogen al
final, pero los entrenamientos son lo que más cuenta, y otro entrenador de
Raquel ha sido Miguel Salazar, su profesor de Biología en años anteriores, que
le deja estas bonitas palabras: “Aunque fue alumna mía ya en 3 ESO, mis
recuerdos más vívidos son posteriores pues aquel año nuestro curso 19/20
presencial duró hasta marzo, por causa de todos conocida y de arduo recuerdo.
Además, aquella clase numerosa no me permitió enfocarme en muchos detalles.
El curso siguiente fue para mí el curso más "épico" que he disfrutado como profesor. Aquí, me encontré con un 4
ESO variopinto y entrañable que se convirtió en "una estancia más de mi
hogar".
Uno de sus componentes era Raquel, mi "Raquelilla". No hablaba mucho pero miraba fijamente y analizaba todo lo que decía. Era obvio que mi asignatura le gustaba y le llamaba la atención.Solo
hubo que encender una chispa, plantear un reto y su talento hizo el resto.
Aquel grupo
me hizo muy feliz, pero a nivel
académico mis mayores satisfacciones me las dio esta alumna, sin quedarse corto
el resto. He de decir por justicia.
Los alumnos "buenos" casi siempre aprenden solos, es fácil estimularlos y con algunos truquillos su curiosidad te sorprenderá en poco tiempo. Este fue el caso y, además, me tenía como referente. No diré que siempre fue un camino de rosas, pues ya en primero de bachillerato caí del pedestal y menos mal porque esto es necesario y aquí nadie "mea agua bendita" para que lo pongan en una sanda. "Raquelilla" había
madurado, establecido otros referentes y, para entonces, ya estaba en segundo plano porque, entre otras cosas, la niña se volvió mujer y empezaba a ser autosuficiente. Ahora teníamos nuestras diferencias pero siempre aprendimos el uno del otro. Sobre todo, pretendí que asumiera que, en esta vida, las cosas no siempre llegan cuando y como queremos, cosa que parece no cayó en saco roto.
Acepté caer de la peana y eso me hizo más humilde como profesor. Pues como dice algún sabio los educadores solo dejamos crecer cuando nos retiramos, como los océanos hacen con los continentes. Al fin, llegó la hora de
ceder la alternativa a otros buenos profesionales pero tanto "Raquelilla" como sus compañeros de promoción, me dejaron una huella imborrable en el corazón.”
Despedimos
esta entrada con las palabras de Raquel, quien dice que esta experiencia le “ha aportado bastantes cosas buenas,
he conocido a mucha gente que puede que sean mis compañeros de universidad al
año que viene, y he aprendido a confiar más en mí misma.”
Enhorabuena a todas y todos porque con vuestra ilusión y
trabajo llegaremos muy lejos.
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