viernes, 1 de marzo de 2024

Mary Shelley

 Mary Shelley


Biografía "contada por ella misma" de una anterior entrada en el blog de la biblioteca:

Hola, nací el 30 de agosto de 1797 en Londres, Inglaterra. Mi nombre de soltera era Mary Godwin. Mi madre fue una importante filósofa que escribió uno de los libros fundacionales del feminismo llamado  Vindicación de los derechos de la mujer, cuyo mensaje principal fue: "Educad a las mujeres como a los hombres. Ese es el objetivo que yo propongo. No deseo que tengan poder sobre ellos, sino sobre sí mismas”. El caso es que yo nunca la conocí, ya que murió a las pocas semanas de dar a luz, pero me quedé con su apellido, Wollstonecraft, para ponerlo entre mi nombre y el apellido de mi marido. Mi padre era un escritor y filósofo de ideas muy liberales para la época que promocionó y puso en práctica las ideas feministas de mi madre.

Tuve una infancia más o menos feliz, rodeada de libros en la rica biblioteca de mis padres. Viví una adolescencia muy escandalosa para la moral de la sociedad inglesa. Uno de los pupilos de mi padre, Percy Bysshe Shelley, de 21 años y que ya estaba casado, fue mi primer (y gran) amor cuando yo sólo tenía 17 años; para escapar a miradas indiscretas, nos dábamos cita en el cementerio donde yacía mi madre y que era uno de mis sitios favoritos ya que allí me sentía más unida a ella, allí me quedé embarazada de nuestro primera hija. A partir de ahí, la muerte de mi pequeña nacida prematura, huir de mi país por los escándalos y que incluso mi padre me rechazara a la vuelta, unido a ser testigo con mis propios ojos de las   Guerras Napoleónicas que devastaban Europa, hicieron que me sumiera en una profunda depresión. En mi mente comenzaron a nacer los monstruos a los que pronto daría forma. 


1816 se conoció como el año sin verano, un volcán hizo que el clima fuera terrible, no paró de llover y estaba todo más oscuro. Percy decidió llevarme a pasar el verano al pueblo suizo de Cologny, creía que su soleado clima ayudaría mi estado de ánimo, que ya estaba mejor desde el nacimiento de mi pequeño William. Nos invitó el poeta Lord Byron a su elegante Villa Diodati. El verano fue todo menos baños de sol, había días en los que la lluvia nos hacía imposible salir de allí, menos mal que era una casa enorme, de todos modos, nosotros nos entreteníamos contando historias de fantasmas, haciendo fiestas de disfraces, etc. Fue en una de esas veladas donde nació el germen del monstruo que me iba a perseguir el resto de mi vida. Mi querido Byron fue el que propuso al grupo escribir una historia de terror, a modo de concurso, ¿Cuál sería la mejor?. Pasaron los días y yo estaba cada vez más nerviosa porque no encontraba nada sobre lo que escribir, mi ansiedad aumentó muchísimo, pero gracias a las conversaciones interminables al fuego sobre la posibilidad de dar vida de manera artificial, la muerte, la vida, la responsabilidad de la paternidad y las consecuencias de alterar el orden establecido, conseguí crear Frankenstein o el moderno Prometeo, que es la historia de un hombre atormentado que desafía a la propia naturaleza y crea un monstruo que le destruirá y le condenará a la soledad en la que había vivido él previamente. 


La novela se publicó en 1818, pero lo hice de manera anónima, me parecía una novela escandalosa,  incluso para mí, de hecho para la tercera edición y posteriores, donde ya aparecía mi nombre, hice una revisión quitando algunos de sus pasajes más perturbadores.


Mi vida después no fue un camino de rosas, Percy y yo nos casamos, y su ex mujer murió por suicidio, del mismo modo murió mi hermana, Fany, más tarde mi pequeño William enfermó y  también murió, al igual que mi tercera hija, Clara. La gota que colmó el vaso para acabar de sumergirme en mi depresión fue la desaparición y posterior muerte de mi marido, Percy, en una excursión en velero. 


La muerte seguía de cerca, pero no fue hasta 1851, cuando me alcanzó. Hasta entonces traduje, edité y promocioné obras de otros autores, ya fallecidos, además de las mías propias para poder vivir y darle una vida digna al único hijo que me quedaba, Percy. Tras mi muerte, solo uno de mis libros quedó en la memoria colectiva, uno de los monstruos más famosos, que hoy en día tiene mil versiones, disfraces y secuelas… mientras él viva, yo también. 


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